Necesitamos recibir en nuestra casa a un invitado de honor.Necesitamos invitar, de una vez por todas, al Silencio.Tendamos el mejor mantel, sirvamos el vino más añejo y sentemos nuestra alma a la mesa.Comencemos el más profundo de los diálogos con tan noble invitado: el Silencio.Ella y él. El alma y el Silencio.Detrás de las ventanas el mundo se distorsionará en luces epilépticas, guerras, corrientes filosóficas equivocadas, religiones adulteradas. Sangrará el humanismo, asesinarán a la verdad, al amor, a la inocencia, a la vida. Errará el hombre en busca de la Nada. Correrán parejas con el viento la locura, la ambición,el poder,la indiferencia, la autodestrucción y el crimen.El Alma y el Silencio seguirán dialogando, cada vez más profundo, entre sorbo y sorbo de un vino exquisito.Y en este silencio de silencio, seremos receptivos de Dios.Cuando empalidezca la última estrella y se haya bebido la última copa,cuando se haya dicho la última palabra sin sonido, nos levantaremos de la mesa puros como el amanecer de los que han llorado por amor. Habremos encontrado al mundo moral, a la inocencia, al hombre.Pero mientras ese invitado no se siente a nuestra mesa a dialogar, seguiremos dando tumbos,vagando en una Babilonia, desconociendo la lengua de los hombres, errando los caminos.
(Marita Faini Adonnino - Argentina)
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